MONS. SERGIO MAURIZIO SOLDINIPrelado de Honor de Su Santidad, Académico de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos del Panteón y Director de la Bienal de Arte Sacro. ROMA. |
Con Mons. Soldini en la Bienal de Arte Sacro. Carmona 2004. |
Clemente Rivas es un artista andaluz de Puente Genil: pintor, poeta y músico, que alcanza en su haber un centenar de obras expuestas en galerías públicas y privadas, en numerosas iglesias, oratorios y conventos. Si bien es un joven talento ha cultivado una gran experiencia artística. Sabemos que el poeta auténtico asume el lenguaje de la realidad en la cual vive (tiempo histórico, espacio geográfico), lo desmonta, lo descompone y lo vuelve a montar, y en la recomposición crea una nueva partitura, que corresponde al concepto de armonía poética. Clemente hace como el director de una orquesta que junta varios instrumentos para interpretar el fragmento de una sinfonía. Pero otro nivel de subversión poética adviene en el campo del significado. Se dice, precisamente, que el lenguaje poético es polisémico, es decir, cargado de múltiples significados. Tanto el lenguaje de la poesía, como el lenguaje de la música y el de la pintura encuentran en el Maestro Jesús Rivas una síntesis animada por una fuerte espiritualidad de amor y devoción a la Virgen Inmaculada , a la cual le presta servicio y dedica su tiempo. Podemos idealmente pensar el arte de Rivas como las notas de Vivaldi: rico de concreción plástica, extrovertido, ecléctico, virtuoso, veloz de composición; así se devana la obra de Clemente Rivas. La voz pura de un solo de violín, en la partitura, se vuelve la singular figura caracterizada; el coro orquestado de los arcos es el grupo de figuras en torno a la acción. El allegro vivaldino corresponde a la agitación de alas de las pinceladas o de la materia pictórica misma en el pincel de la sagrada representación de la Virgen , de los Santos o del Cristo Sufriente; el adagio encuentra su correspondencia en la alegoría; el tercer movimiento, andante con brío, brilla en la apoteosis de los retablos de los altares. En la obra del Maestro Clemente encontramos todos los colores de España, llenos de espíritu y serviciales, sin duda espléndidos y de una rapidez sorprendente. Él sabe dar a las acostumbradas figuras inefables, la sosegada dulzura de sí mismas, el gusto no racional pero visual de la composición, como podemos admirar en este catálogo de su obra, así como también los principios mitológicos apenas disimulados en favor de deidades de un Olimpo en el cual él mismo ocupa un puesto. |
DOTT.SSA STEFANIA SEVERI Histórico y Crítico de Arte-Giornalista. Roma |
Pintor de fuerte temperamento, Clemente es heredero de las visiones realistas que atraviesan buena parte del arte español, desde Velásquez a Murillo. El estudio de la fisonomía, entendida como propedéutica de los personajes, lo llevan a realizar figuras decididamente diferenciadas. En la obra sagrada, en particular, los elementos que la caracterizan están acentuados ya que, a través de tal énfasis, el artista registra la excepcionalidad de los protagonistas. Los contrastes cromáticos, la particularidad de la incidencia de la luz, la intensidad de las miradas, todo incide sobre el resultado final presentándolo “excepcional”. Desde sus retratos religiosos el mensaje piadoso llega directo al observador que descubre, en los personajes, tipologías cotidianas pero con aquel rastro de “excepcionalidad” como basada sobre tipologías probadas, contribuyen al inmediato reconocimiento, de manera que el mensaje religioso se vuelve extremadamente claro. |
Padre Quevedo
POETA DE |
Es difícil, en la actualidad, que los artistas logren que sus trabajos sean admirados y valorizados. En ello está que la obra se considere como “Obra de de Arte”. Clemente Rivas es un artista del Renacimiento en pleno s. XXI. Polifacético en todas las ramas del arte, posee la impronta de Velásquez y Goya pero con la personalidad propia, en el color y dibujo, de un pintor actual; pues tiene una pincelada suelta y enérgica. Plasma el espíritu y estado anímico de sus personajes. El retrato es su tema principal, aunque por descontado obtiene con facilidad la admiración en sus temas religiosos. Ha conseguido buena crítica de entendidos acreditados a nivel internacional, en Hay quien ya lo considera como el sucesor de Ricardo Macarrón de la pintura presente. De gran amor a |
POESIA
"El polvo de mis cenizas" |
Antes que aprendiera a hablar |
ya mi madre me enseñaba |
a quererte y a rezarte |
y en la voz de mi almadraba |
los delfines de mis versos |
dulcemente se enredaban. |
Me acerco a tu imagen bella |
con un peine de ilusiones |
y fui aricando la tierra del pelo en tirabuzones |
mientras se vuelven mis ojos |
manantial de lagrimones. |
Quiero que toda mi vida |
con luchas, pero sencilla, |
se consuma en tu presencia |
igual que una lamparilla |
y que fuera, en tu corona, |
el lucero que más brilla. |
Cuando un día ya me vaya, |
sin angustias y sin prisas, |
ponedme cerquita de Ella |
y cuando le digan Misas |
que Ella tenga por alfombra |
el polvo de mis cenizas. |
Purísima Concepción, |
eres mi gloria y mi orgullo |
y no tengo otra ambición |
que darte mi corazón |
y ser “pa” siempre, hijo tuyo |
Padre Quevedo . |
Clemente pintando al Rvdo. P. D. Igancio Sierra.
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He conocido al maestro Clemente Rivas empujado por mi curiosidad para comprender la tradición de la escuela-bottega en tierra andaluza, rica en pintores, poetas y músicos. He descubierto en el amigo Clemente un arte sorprendente atado a su tierra, apenas con tinta de colores muy tenues del olivo y del cielo desvaído, increíblemente coloreadas de las barroquísimas Vírgenes triangulares. Este último elemento es la base de una composición artística donde el pintor ha sabido recuperar el lenguaje en clave poética. Inequívocamente, su manera de pintar se vuelve oración verdadera en el acto de disponer del color; predominantemente religioso y siempre magistral, calibrado según cánones estructurales seculares que el artista conoce desde siempre, el sujeto trasciende literalmente la mirada más atenta. “ En la alquimia de su saber, Clemente ha sabido mezclar todos los ingredientes que convierten en universal su arte: un amplio dominio de las diversas técnicas artísticas, (normalmente: “pintura al óleo”, “fresco”, “cerámica”....) , una gran capacidad de divagación artística y por fin una imprescindible fe cristiana que lo hace testigo, tal vez anacrónico, de la fe misma de nuestro siglo, mezclando aritméticamente el sabor antiguo del saber hacer, al gusto moderno del hacer saber. |